Los caminos de la vida


Las palabras son hoy mi puente con la realidad. Palabras escritas más que habladas porque la soledad se ha ido acentuando, como si las personas se escurriera de mis manos, tal como se escapa el agua al intentar atraparla. Bueno, lo que pasa no es que se escapen entre los dedos, me he dado cuenta que yo misma he cerrado el grifo, y en ese sentido me he cerrado a las personas. Con cada dificultad, obstáculo o malentendido cierro el grifo, como si con eso interara evitar todo lo malo. Como si con eso pudiera no sufrir ante el sufrimiento de las rupturas de cada día.

Después de mi última crisis, que se puede leer en mi entrada anterior, me he vuelto a parar, como siempre lo hago ante cada caída. Me he esforzado por hacer las cosas no bien, sino diferentes, por abrirme a puertas del entendimiento que la racionalidad occidental no alcanza. La justicia, la vida, la muerte y hasta el amor son cuestiones que no se pueden entender por completo desde la mera razón, pues si es así que alguien tenga las agallas de decirme que la muerte de mi papá y mi hermano fueron justas o justificables. Nunca voy a desconocer por completo componente racional y orgánico que subyace a tales conceptos humanos pero me estoy liberando de una racionalidad que lo único que ha hecho es justificar un suicidio. 

Estoy haciendo el intento de hacer las cosas distintas, aún cuando antes no creía ni siquiera en el intentar, solía pesar: “las cosas se hacen bien o no se hacen” y en ese sentido, abandonaba todo en lo que cometía un error y me castigaba por eso. Ahora bien, lo he estado intentando y al cometer errores quise abandonarlo todo pero el problema de abandonarlo todo ahora implicaría morirme, algo que no estoy dispuesta a hacer todavía. Consecuentemente, no podía seguir haciendo las cosas como las venía haciendo básicamente porque no tienen ningún sentido esperar algo distinto haciendo siempre lo mismo, Einstein dijo eso, no yo, pero lo viví. Me da un poco de risa todo esto, qué drama tan absurdo todo, pero la vida no es tan fácil como la pintan los influencers, ni tan mágica como la pintan los de “coaching emocional”. 

Juzgamos las cosas como buenas y malas por esa genética cultural de occidente. Juzgamos las cosas para darles un entendimiento y un sentido. Lamentablemente, hay situaciones de mi vida que ya no sé cómo juzgar desde la razón, así que he tomado la decisión intentar darle cabida a una valoración más profunda pero por eso, no menos cierta, a lo que es mi vida. Así como fue un proceso tomar la decisión el intentar un cambio es también un proceso. A veces siento que me abruma el pensar que todo es proceso porque no sé en qué fase estoy, o si lo estoy haciendo bien o cómo acabarán las cosas. Al parecer la explicación de los subprocesos de los procesos se puede explicar desde la sucesión de fibonacci, así que nunca terminarán los subprocesos, ya de por sí esta respuesta me tranquiliza por que es una respuesta. 

Dentro de este intento que estoy haciendo me he dado cuenta de varias cosas. En primer lugar, que el camino de cada persona es único y a único no me refiero a “eres especial”, “no hay nadie cómo tú”, me refiero a que uno está sólo y que el camino lo voy recorriendo con los pasos que voy dando, pueden ser pasos de elefante, pueden ser pasos de hormiga, en mi caso son pasos de hobbit dada mi estatura de metro y medio. son mis pasos de nadie más. Esto no significa que uno no estará acompañado, hoy más que nunca me ha dado cuenta de la importancia de la familia, ese amor incondicional. El papel que juega la familia (la que uno escoge o la biológica) tiene un papel fundamental porque al amar incondicionalmente creen en mí, cuando uno no soy nadie, cuando estoy en la inmunda y sobre todo aman cuando ya no me amo a mi misma. Ahora mismo estoy en proceso de volver a encontrarme para poder reencontrarme con los que me rodean, reencontrarme con ellos más allá de estas palabras. Por ahora debo centrarme en dar mis pasos en soledad. 

En segundo lugar, todo proceso implica cambio, es vital el cambio, es movimiento y el movimiento es vida. Por eso tomé la decisión de leer cosas que nunca leería, de averiguar sobre el espacio-tiempo, sobre la mecánica cuántica, sobre la espiritualidad. Tomé esa decisión porque estaba en el waiting place, es lugar donde nos quedamos a veces por más tiempo del necesario, esperando siempre a que algo pase, a que todo se solucione, a que algo ocurra mágicamente. El gran inconveniente es que yo estaba en el waiting place esperando la muerte sin quererla, así que decidí irme de ahí. Salí de ahí queriendo hacer las cosas de una forma distinta pero sin saber cómo y aún no estoy tan segura pero estoy dando pasos de hobbit, uno detrás del otro. 

En tercer lugar, no hay línea recta, es más a veces siento que hay más retrocesos que avances. Particularmente cuando se trata de mis más grandes defectos, como lo es mi impulsividad. Cada vez que vuelvo a hacer algo impulsivo siento como si ya todo se saliera de control, como si ya nada valiera la pena, como el “game over” de los videojuegos. Pero ahora intento tomar cada error con calma, en realidad no es tan grave, Al fin y al cabo qué puede ser más grave que cuatro muertes en un año y dos de ellas completamente absurdas. Así como en mi único fin de semana de triatlón, el año pasado, que me caí en todas las vueltas en bicicleta pero me subía toda carrera otra vez y arrancaba, ahora cada vez que me caigo hago lo mismo. Sin embargo, cada paso se debe dar con cautela, lento pero seguro. Aunque en realidad no hay nada seguro, mañana podemos morir todos. 

En cuarto lugar, todo proceso implica dejar algo atrás, dejar morir algo. Para poder avanzar debo dejar atrás lo que me arrastra. Es un rollo porque la mayor parte de las veces soy yo la que no me dejo avanzar, la que tiene miedo, la que se queda sin fuerzas. Me imagino como Hidra de Lerna con múltiples cabezas, cada una con sus líos. ¿Qué hacer en esos casos? No tengo la más mínima idea porque me he dado cuenta que no me conozco tan bien como creía, no sabía lo valiente que podía llegar a ser pero no me había dado cuenta de lo insegura que soy. Así como las células tienen mecanismos programados de suicidio cuando saben que deben morir, las partes de mi que no me sirven deben ir muriendo poco a poco.Sólo así poder ser la mejor versión de mí misma (aquí es cuando todos los coaches personales aplauden). 

Esto parece un ensayo del vallento “los caminos de la vida” pero no lo es. Las palabras que son hoy mi contacto con el mundo me permite agradecer a mis familiares que han hecho y deshecho por mí, pero así como siento que las palabras no son lo único que me podrán mantener en contacto con el mudo, siento que las palabras no son suficiente para agradecer. Al irme redescubriendo, iré descubriendo también la forma de agradecer a cada uno de los que me rodea y ha hecho de mi vida un lugar para quedarme.

El link del cuento donde sale el personaje de la imagen: https://youtu.be/ZsahjQD2Hrk

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