Amaneceres



Las mañanas. Así como los domingos, las mañanas son el lugar donde se condensa el agujero negro del duelo. Las mañanas son para mí como las imágenes que salieron esta semana de los agujeros negros, sentir cómo se condensa la luz, luz que nos permite seguir a un nuevo día, luz que giran entorno, hacia el negro más absoluto, porque eso es lo que es un agujero negro. 

Abro los ojos todos los días a las 6 de la mañana con pretensiones de salir a correr para ver si retomo mi tan adorado hábito y, así dejar de fumar.  Casi siempre simplemente me resigno y sé que no saldré a correr pero quiero por lo menos levantarme temprano como lo hacía antes, como lo hacía con mi papá, al que madruga “dios lo ayuda”. Pues yo he madrugado toda mi vida, en el colegio me levantaba a las 3 de la mañana a estudiar porque nunca fui buena trasnochando, últimamente (cuando escribo últimamente”” me puedo referir a un período de dos años o a hace mes, quién sabe en qué momento me refiero a un tiempo o al otro, hay tantos tiempos y tan poco tiempo para extenderme en nimiedades) madrugaba a salir a correr, o incluso para tener tiempo para leer. Pero dios no me ha ayudado mucho últimamente, mis familiares y amigos sí me han ayudado, hasta yo misma me he ayudado un poco. 

Enero, febrero y gran parte de marzo tuve serios problemas para dormir, pasaba las noches en vela y la realidad se distorsionaba. Creía pues que durmiendo la realidad volvería a adquirir su forma “normal”, real, concreta, pero no ha sido así. Al trabajar de 8 a 6 y estudiar de 8 a 11 (no siempre porque a veces me voy de cañas), caigo profunda y me sumerjo en los turbulentos mundos del inconsciente. 

Sueño muchas cosas, sueño mucho con mi gata, lo que me llama mucho la atención. La gata es un elemento constante en mis sueños. ¿Qué diría Freud? Pero no me interesa saberlo, tipo tan raro. Lo importante es que sueño mucho con mi papá y, a veces con mi hermano. Antes, cada vez que soñaba con mi papá sabía que estaba muerto y él también lo sabía, yo quería hablarle, de cualquier cosa pero hablarle pero me respondía que tenía mucho sueño y se recostaba para dormir, sólo decía eso que tenía mucho sueño. Es como si por fin pudiera descansar de todo el infierno que vivió en vida. Pero ahora mis sueños no tienen tiempo, una cronología, ahora son simplemente imágenes. Me despierto con flashbacks de mis sueños, con la imagen de mi papá y de mi hermano, pero sin saber qué pasó en los sueños. Los sueños no son menos reales por ser sueños, finalmente se usan los mismos neurotransmisores que nos permiten ver la realidad como es: una mera ilusión del cerebro. La diferencia es que al estar despiertos uno tiene un poco más de control sobre lo nosotros, en los sueños no.

He soñado poco con mi hermano, en uno de los sueños, me sentaba con él, los dos sabiendo que estaba muerto y yo lo único que le preguntaba era: “Alejo, ¿cómo tomo buenas fotos?”. El me miraba que me decía era: “Caro, es cuestión de momentos, del momento”. Esa berraca obsesión de mi hermano por lo momentos no termino de entenderla, lo intento, pero los momentos, el tiempo se me escapa entre los dedos. Y pues sí, las fotografía lograr atrapar el instante. 

Quisiera poder sentarme con ellos y pedirles perdón. Sé que mi hermano estaba molesto conmigo, así como mi hermana sigue molesta conmigo. Sé que el pedir perdón no es suficiente para enmendar las cosas, sé que en cierta medida me perdonan pero siempre queda el sinsabor. sinsabor que sentía en sus palabras, en sus gestos, en sus olvidos. 

Tal vez por eso me despierto tan agobiada porque nuevamente fracasé en mi intento de arreglar las cosas. Es como si en cada noche tuviera la oportunidad de enmendarlo todo, lo cual de manera consciente sé que así como no puedo volver y cambiar las cosas, no puedo enmendar lo que no se hizo en su momento debido. Ya todo está perdido, el pasado está condensado en agujero negro. 

El dormir es el trayecto al Oráculo de Delfos, lugar al que iban quienes querían consejo de los dioses, pero al llegar me despierto.¿Quiénes son mis dioses? Me despierto con una serie de imágenes que no tiene sentido, veo mucho la cara de mi papá. No sé si la veo repetidas veces o una vez que se queda fijada en mi memoria, ¿hay alguna diferencia entre las dos formas? No lo sé. ¿Será que me advierte algo?¿Será que me dice que nuevamente lo estoy haciendo mal? No lo sé. Me genera tanta angustia despertarme y no saber qué pasó en el sueño, qué es lo que me quiero decir a mi misma con esas imágenes inconscientes. Imágenes de lo que ya no puedo tener pero que son producciones de mi cerebro.

Quisiera quedarme eternamente durmiendo porque al menos en los sueños, el sinsentido del tiempo, del espacio, de la despersonalización,  de la disolución del ego, los mundos sinsentido que se entrecruzan, todo eso tiene sentido allí. La consciencia, por su parte, exige sentido, orden, linealidad y ya no estoy para esos trotes.Los trotes de la cordura me tienen agotada. Quisiera quedarme eternamente soñando porque los puedo ver, les puedo hablar, los puedo sentir. Ese estar sin estar no puede estar durante el día. 

Por obvias razones, también me genera tristeza el despertar porque siempre está la pequeña ilusión de pensar que todo fue un sueño, que nada de eso ha pasado. El cerebro nuevamente jugando con mis emociones. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero en estas situaciones quisiera perderla definitivamente para que la desilusión no me sobrevenga como un baldado de agua helada, que hiela mi ser al amanecer. Puede ser que esa pequeña ilusión sin sentido se debe a las películas gringas, que nos condicionan a creer en cosas que no sólo son reales, sino que al creer en ellas nos hace más daño.

Los sueños son el lugar donde el tiempo transcurre de manera distinta, son una proyección de las múltiples dimensiones de las que habla la física cuántica, dimensiones donde es posible lo imposible. A veces siento que al amanecer, con la llegada del día, debo recorrer el camino que he recorrido que ya he caminado en estos meses y con el ser helado, siento que se me van las fuerzas. La cordura del día me cansa, la locura de los sueños es mi refugio. Las mañanas que antes estaban llenas de optimismo, se reducen a las cenizas de donde surge el fénix, cada día.

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