Abismos







“Así es el tiempo, el tiempo desnudo; viene lentamente a la existencia, se hace esperar y cuando llega uno siente asco porque cae en la cuenta de que hace mucho estaba allí.” Sartre 




Lo que continúa es lo más difícil porque relata lo que las palabras no pueden narrar, pero al mismo tiempo, en medio de su incompetencia, esas palabras representan la fragilidad de mi ser. No es fácil exponer lo que me hace más vulnerable y frágil, sin embargo, eso es lo que me ha enseñado la vida en estos meses, la fugacidad y fragilidad de la existencia, somos como burbujas. El proceso de transición culminó con un crack, el huevito que había construido después de mi tortuosa adolescencia sufrió algunas fisuras y los demonios volvieron a entrar. El problema es que, así como la Nada, esos demonios son escurridizos, se esconden en las esquinas del laberinto psíquico, no sé qué día, a qué hora y en qué estado de vulnerabilidad esté, aparecerán para torturarme con la peor de la emociones: la culpa. 

Lo que en la etapa de transición fue la nostalgia, emoción caracterizada por la combinación de la tristeza y la alegría alrededor de recuerdos. La balanza se empieza inclinar hacia la melancolía y la tristeza, el recuerdo triste de momentos alegres. Recuerdos que cada día son más intensos, más dolorosos, más agobiantes. Y la culpa. 

Al intentar definir la culpa desde mi experiencia con una frase precisa y elocuente, mi cerebro queda en blanco o si mucho, aparece el mono de Los Simpson aplaudiendo en mi cabeza (cosa que me pasa mucho últimamente ante mis ausencias mentales).Daré entonces una explicación somática y situacional de cómo siento la culpa. Con algún recuerdo o marcador somático, el pulso se acelera, se me corta respiración, siento un vacío tan profundo en el pecho que resulta físicamente doloroso; y de repente, siento ira, ira hacia mi misma, hacia lo que fui, hacia lo que no hice, hacia lo que hice, a lo que soy, y especialmente hacia: el porqué no fui yo. Una ira tan profunda, una vergüenza de mi misma, que da asco y al pensar en las múltiples formas de acabar con todo, así sea de a poquitos, la ira se empieza a transformar en impotencia. La impotencia y la ira, el huevo o la gallina. El punto es que ante impotencia, surge, entonces, la resignación, la resignación de ni siquiera poder hacerme daño porque y entonces mi mamá qué onda. 


Una resignación triste, pesada porque todo se hizo terriblemente pesado. Me he sentido tan cansada, un cansancio extremo, me dejó sin fuerzas para levantarme, ir a hacer la compra, que es como los españoles le dicen a ir a hacer mercado, hasta responder mensajes me cansaba. De esta forma se eternizó el mañana, mañana lavo, mañana estudio, mañana salgo a correr, mañana, mañana, mañana. No podía hacer nada, quería hacer cosas pero literalmente no podía, la cabeza y el cuerpo no me lo permitían. Los demonios de los que hablaba antes son en realidad dementores, como los de Harry Potter, que te roban toda la energía vital. Cada vez que tengo una de esas crisis, porque todavía las tengo, pienso en eso: llegó el dementor y siento miedo. 

En las noches, dormía entre tres y cuatro horas, en las que tenía pesadillas, ya he estado durmiendo un poco más. Sé cuando tengo pesadillas porque el tiempo de los sueños es nocturno, sí, como niña chiquita que le tiene miedo a la oscuridad. Ya no sabía hasta qué punto, imaginaba, soñaba o recordaba, no son actividades muy distintas pero sentía que poco a poco iba perdiendo la cabeza.

La noción del tiempo y del espacio se fue alterando, sumado a que vivo en un lugar donde no entra mucha luz natural, no sabía si era noche o era de día. Me sentía en un túnel donde, con el cansancio, la resignación y las ganas de morir en vida, me imposibilitaba contacto con la Otredad, lo mismo que le sucede a Juan con María en El Túnel de Sábato. 

De esta forma la soledad se hizo más perpetua, constante. Buscaba a los demás pero, no por ellos, ni por mí, sino por el terror de sentir que sin el contacto con el otro me perdería aún más a mi misma. Porque la soledad es un estado del ser muy particular, es decir. nacemos solos y morimos solos, pero aterra el pensar que nada me conecta con el mundo. No hay, no veo, no siento, un punto de unión con las personas mas que el mundo que nos rodea, mundo que cada uno interpreta de una forma cualitativamente distinta al atribuirle significados distintos. ¿Cómo va haber un punto de unión entre mis interpretaciones del mundo y la de los demás cuando ya no hay nada dentro de mí?¿Podré conectarme con el mundo si no hay un juicio sobre él? ¿Cómo esta nada que soy hoy va a tener contacto con el ser?

En el abismo de la muerte, porque he visto la muerte repetidamente (literalmente 4 muertos el año pasado), me he sentado a conversar con ella. Conversamos ante el abismo, por un camino estrecho, tan delgado, tan frágil, que un tropezón y ya está. Es en estas conversaciones que me ha mostrado que la fragilidad y la vulnerabilidad en la que estoy ahora es a su vez la existencia más plena posible porque es ante la consciencia de la muerte que se nos presenta la vida misma en todo su esplendor. Es por eso el vértigo, las náuseas, la ansiedad. Algunos autores han hablado de esto, claro, no puedo darme el mérito, pero no sé si ellos lo han vivido de la forma en que yo lo he vivido. En el abismo de la muerte, se me presenta la vida con sus múltiples posibilidades, libertad. Sin embargo, me siento cansada. 


Me duele, es un dolor tan irreal, tan concretamente abstracto, tan pesado. Hoy particularmente me ha acompañado un dementor. Además, hoy por primera vez al contar los sucesos de noviembre, lloré. Es una historia que he contado muchísimas veces como si contara lo que desayuné esta mañana. Hoy lloré porque ya no queda nada, ya no tengo de qué defenderme. Soy frágil, soy una burbuja de existencia. 

“La existencia es lo que temo.” Sartre

Comentarios

  1. Estas recorriendo tu ser desde las bases. Desde lo evidente y general hasta lo más particular y propio. Sin duda, en el ajercicio, vas a encontrar la razón y el sentido de tu existencia y el miedo dejara de ser paralizante.
    Tengo la certeza de más adelante, cuando estés lista, vas a ayudar a mucha mucha gente.
    Gracias por compartir Carolita!
    Los seres queridos siempre en el corazón y en la oraciones.
    Un abrazo grande.

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