Hipótesis

Veo la hoja en blanco, una necesidad absurda por escribir. Ha pasado más de un año desde la última vez que publiqué en el blog. Una necesidad por escribir y relatar lo que fue este año, particularmente lo fue este año respecto a mi duelo, se queda ahí en una necesidad porque en mi cabeza hay un caos de palabras abstractas que no he podido materializar en letras, símbolos, palabras y frases. A medida que voy escribiendo esto me voy dando cuenta que las palabras se materializan por sí solas como si mi yo se dividiera en dos, una yo en el caos más absoluto (a la que suelo llamar María) y la otra diligente que transcribe el caos (a la que llamo Carolina). Volvemos entonces al caos y orden, ying y yan y otra serie de pensamientos desconectados pero conectados, pensamientos que no tienen lugar para esto que estoy escribiendo o puede que sí pero, entonces decido que no me iré por esas ramas, no por ahora, tal vez más adelante cuando pierda el foco nuevamente.

Pensé que el blog terminaría con la entrada anterior, tan ilusa yo, demasiado esperanzada en el 2023. Pero algo que he aprendido del duelo de tantos textos que leí para la maestría y por experiencia propia es que el duelo no se va. Siempre estará. Empezaré por el final del año como metáfora del caos que fue este año y porque leo las revistas desde el final hasta el principio, hábito que se gestó por mi impaciencia o eso creo.

Antesdeayer estábamos mi mamá y yo sentadas en el aeropuerto de La Nubia, Manizales, para volver a Bogotá en el vuelo de las 10 am, pasamos 6 días con María del Mar. Fuimos las primeras en llegar al aeropuerto, llegamos tan temprano que oímos la novena de los trabajadores del aeropuerto por el altavoz. Mi mamá y yo reventadas de la risa oyendo la novena, no lo podíamos creer. Ver a mi mamá reírse y, particularmente, reirme con ella es de las cosas que más me gustan en esta vida. La admiro tanto, tanto. Pero bueno, volvamos al asunto.

Estábamos ahí parchadas las dos y de repente veo a mi hermano o mejor dicho se atraviesa mi hermano en mi corazón. Las lágrimas surgen de manera inesperada al ver que un amigo de mi hermano cruza la puerta de la cafetería con su esposa (supongo) y su bebé. Siento una flecha que me atraviesa el corazón y mis ojos se nublan, me digo, “vea, tan raro”. Esto duró si mucho un par de minutos y continúo hablando con mi mamá, que también quedó sorprendida. Le digo: esto pasa con el duelo, tenemos detonantes que se sienten como flechas, un puñal, en el corazón, que duran un par de minutos y continuamos con la vida; es algo que nos acompañará siempre. Una situación tan inesperada y corta desencadenó un torrente de preguntas, reflexiones, contradicciones y abismos que hoy vengo a intentar aclarar un poco.

Por dónde empezar. Ni puta idea porque inicie con el final.

Continuando con el final, suena ridículo porque el final es un fin… pero también implica el principio de algo… me quedé pensando en porqué mi reacción automática al ver al amigo de mi hermano. Sí, ya dije que el duelo siempre nos acompañará como hipótesis central a lo sucedido pero percibo dentro de mí que sí, que es cierto, pero que hay algo más. Planteo entonces, otras hipótesis, tres para ser más precisa.

La primera surge del contexto y cercanía, tanto en tiempo como espacio. Acababa de terminar nuestro viaje de seis días a Manizales a visitar a María del Mar, como ya lo mencioné. Mar es la hija de mi hermano, tiene 4 años y 7 meses. Como es natural (o pues para mi es natural porque el cerebro hace asociaciones todo el tiempo, incluso de manera inconsciente) mi hermano estuvo presente en mi cabeza la mayor parte del tiempo, no era una presencia pesada o nostálgica, era una presencia tan “sencilla” como su ausencia. Así que mi primera hipótesis es que estaba emocionalmente más vulnerable a revivir emociones del duelo. Plano, sencillo, concreto.

La segunda hipótesis también se relaciona con el contexto pero de modo más general y son las festividades. Muchos estudios (que podría citar para darle credibilidad a lo que digo pero no tengo ganas) dicen que los aniversarios y estas fechas decembrinas reavivan el duelo de manera tan intensa que uno piensa que no ha avanzado nada, pero se trata de eso: uno piensa que, los pensamientos muchas veces distan de la realidad. Así que nuevamente, ante la vulnerabilidad que implica estas fechas, cualquier detonante, como lo puede ser ver a Mar o un amigo de mi hermano de manera inesperada se siente de manera más intensa. Esto último es importante porque conecta las hipótesis 1 y 2 con la hipótesis central, el duelo siempre está pero se intensifica en determinadas circunstancias.

La tercera hipótesis. ¿Cómo escribirlo? Supongo que la tercera hipótesis se traduce en cuatro números: 2023 y no sé porqué pienso en el poema Reminiscencias de Pizarnik (estuve obsesionada con este poema en noviembre y diciembre del 2018). Nuevamente asociaciones. Volvamos. No sé mucho de astrología pero si supiera o si creyera (porque ya no sé qué creo, quien soy, quéesestamierda) estoy segura que en mi carta astral saldría una conjunción al estilo mercurio retrógrado potenciado al 1000 a lo largo de este año. Con el proceso penal y judicial, dos términos que aprendí a diferenciar este año, volví al 2018 como si existiera una máquina del tiempo pero sumándole la cantidad de situaciones desafortunadas que pasaron a lo largo del año. Sí, pasaron cosas maravillosas pero qué gonorrea (lo siento me he vuelto mucho más grosera).

Todo el año giró en torno a la muerte de mi papá y hermano, no en términos existenciales, filosóficos, psicológicos, etc. ( o tal vez sí, también, si nos ponemos a reflexionar en todo esto de manera trascendental, pero que lo único que hace en este momento es llevarme nuevamente al nihilismo, así que lo omitiré) sino que este año alzamos la voz frente esto. Así que el tema de las muertes pasó de ser algo íntimo, del núcleo familiar a estar en todas partes. Volver una y otra vez sobre lo sucedido. Darnos cuenta de evidencias de las que no sabíamos. Sentir miedo. Sentir ansiedad. Sentir rabia.Sentir dolor. Sentir. Sentir. Sentir. Recordar. Recordar. Recordar. Pensar. Pensar. Pensar.


Me quedé sin palabras. Sólo queda un profundo agotamiento.


…..


Continuemos.


El duelo se intensificó a lo largo del año como nunca lo imaginé. En artículos científicos respecto al duelo encontré cierto consuelo. Esta constante necesidad humana de saber si lo que sentimos es “normal” o no. Creo que es una necesidad humana porque la angustia que uno siente de que está perdiendo la cabeza puede en realidad hacernos perder la cabeza. De igual manera, el consuelo no reduce la intensidad del duelo, solo reduce la locura. El duelo está ahí latente, como si un hueco de forma perfectamente cilíndrica atravesara mi pecho y un sólo pasará a través de él un viento gélido que me congela el alma mientras hago todas las cosas que la vida de un adulto implica.

Así que ahí están mis hipótesis y como suele suceder en psicología, mi conclusión es que todas son válidas. Me aclaro, no es que en psicología todas las hipótesis sean válidas, sino que la combinación de las tres fue la que desencadenó mi reacción al ver al amigo de mi hermano. Pues en psicología hablamos de desencadenantes pero no de un único factor, a no ser que sea una condición genética súper específica. Mi única forma de validar mis hipótesis es mi reflexión, puede que esté equivocada, pero esto no es un artículo científico, a mí me sirve para comprender qué me sucede y darle un poco de claridad y orden a este caos que se ha gestado en mí.

Inicialmente quería escribir más del 2023, por eso dije que arrancaba desde el final sin saber que me quedaría ahí. Pensé en escribir de la muerte de mis perros, de mi crisis de los treinta, que tengo la misma edad que tenía mi hermano cuando murió, de la maestría, de mis tíos maternos, pero ya. Ya es suficiente. Me agoté de pensar y escribir. Obviamente creo que el 2023 trae aprendizajes y crecimiento personal pero para eso la gente puede ir a redes sociales, que está invadida del positivismo tóxico. Puede ser que con el inicio del año 2024 caiga en la falsa ilusión de “nuevo año y nueva vida” y pueda sacar los aprendizajes del año.


Feliz Navidad. Feliz Año.


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